Monday, September 7, 2015

El afán del hombre

El afán del hombre; trabajan para guardar y para obtener mas de lo que necesitan, el que tiene mas quiere. Hay tesoros más preciosos que las riquezas de este mundo. La felicidad consiste en vivir contentos con las bendiciones recibidas,  proveyendo por aquellos que necesitan, no llenarnos de deudas, ser satisfechos de nuestra labor, ser justos con todo. Si nuestro afán fuera para que el reino de Dios se estableciera en la tierra, no habría maldad, hambre, pobreza, y no habría explotación de trabajo; sería un mundo justo lleno de abundancia. 
Juan 12:22-40

22 Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
 23 La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido.
 24 Considerad los cuervos, que no siembran ni siegan; que no tienen almacén ni alfolí, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
 25 ¿Y quién de vosotros podrá, con afanarse, añadir a su estatura un codo?
 26 Pues si no podéis hacer ni aun lo que es menos, ¿por qué os preocupáis por lo demás?
 27 Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
 28 Y si así viste Dios la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros,hombres de poca fe?
 29 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
 30 Porque todas estas cosas busca la gente del mundo, pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.
 31 Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
 32 No temáis, pequeño rebaño, porque al Padre le ha complacido daros el reino.
 33 Vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que nunca se agote, donde ladrón no llega ni polilla corrompe.
 34 Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
 35 Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas;
 36 y sed vosotros semejantes a hombres que esperan a que su señor vuelva de las bodas, para que, cuando venga y llame, en seguida le abran.
 37 Bienaventurados aquellos siervos a quienes el Señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y les servirá.
 38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.
 39 Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora habría de venir el ladrón, velaría ciertamente y no dejaría saquear su casa.
 40 Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis vendrá el Hijo del Hombre.

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